EDUARDO STUPÍA
SIMULACROS
Hasta el 24 de junio de 2023
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Según la etimología, la palabra simulacro procede del latín clásico sĭmŭlācrum, que significa “un parecido o semejanza, una imagen como una efigie, un retrato”. Asimismo, sĭmŭlācrum deriva del verbo simulo, simularē, procedente de sĭmĭlis, que significa “representar lo que no es, fingir, falsear, imitar, copiar, reproducir”.
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Sobre un conjunto de lienzos horizontales y verticales y de papeles de reducidas dimensiones se desarrolla un ansioso contrapunto de tramas, trazos, derrames, transparencias, superposiciones, texturas, rastros, salpicaduras. El agitado discurrir de una profusa terminología gráfica ofrece a la lectura adicta un territorio de signos que actúan como si asumieran un rumbo de evidencias vocacionalmente nominativas, allí donde sólo fingen hacerlo.
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En una desarmonía de factores tan físicos y táctiles como artificiales e inasibles, fingidas adhesiones a los restos óseos de la referencia proveen minúsculos destellos de certidumbre. Son espejismos en un mundo de objetos visuales que sólo se parecen a sí mismos, mientras amagan su semejanza con las infinitas cosas almacenadas en el bazar de lo inexistente.
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En tanto simulacros sin modelo,“representan lo que no son” y avanzan solamente a partir de similitudes, en las derivaciones necesarias para extraer de las retóricas del género apenas el vestuario requerido para ser algo, o alguien, sin serlo. Y la mirada no tiene mas remedio que ser cómplice de esta polaridad falsamente especular, en cuyos tácitos extremos sobreviven los dilemas de la forma y el sentido, la materia y la idea, la imagen y el arquetipo.
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