COLLAGES

1 de diciembre del 2023 al 29 de febrero del 2024

Pat Andrea • Carlos Arnaiz • Washington Barcala • María Bayá • Monica Canzio • Diana Chalukian • Florencia Gechter • Kenneth Kemble • Kirin • Juan Lecuona • Macaparana • Lucia Mara • Květa Pacovská • Liliana Porter • Fidel Sclavo • Grete Stern • Eduardo Stupía • Carola Zech


Si son las plumas que hacen el plumaje, no es la cola que hace el collage
(“Se sont les plumes qui font le plumage, ce n’est pas la colle qui fait le collage»)
Max Ernst

El collage, en su versión más conocida: un fragmento  de papel, tela, o madera pegado (collage viene de cola o pegamento)  a una superficie pictórica – tela o papel – ingresa en el arte de nuestro tiempo de la mano de  Picasso  y Braque, entre  los años doce y diecisiete del  siglo XX. Esto ocurrió cuando ambos artistas estaban abocados a la creación del Cubismo. Hay sin embargo un trabajo de Picasso de 1908, en la que el malagueño esboza una obra en tinta negra y gouache sobre un cartón de embalaje, con una etiqueta blanca pegada, pintada y dibujada por él. Se lo considera su primera incursión en el collage. Braque, por su lado, había incorporado papeles pegados a sus dibujos en carbonilla y en el verano de 1911, durante una estadía conjunta de ambos pintores en Céret – una ciudad de los Pirineos franceses, – Picasso pudo ver y (según consta) admirar esos collages tempranos de su colega. Una vez más es difícil precisar cuál de los dos influyó sobre el otro. El consenso es que ambos artistas se influyeron mutuamente, que no hay una clara precedencia en la incorporación de otros materiales en sus obras, que sus investigaciones corrían a la par  y que en esos años la creación del cubismo fue fruto de una colaboración estrecha.

Collage y cubismo están relacionados por lo menos desde 1912, durante la fase llamada “cubismo sintético”.  A la fase anterior al cubismo sintético se la conoce como “cubismo analítico.” Hay todavía una primera época del movimiento, marcada fuertemente por la obra de Paul Cézanne (1839-1906), conocido diversamente como “proto cubismo,” “cubismo escénico”, “pre- analítico o “cezanniano” (1907-1909).  Es en este momento cuando Picasso descubre el arte africano por el que se apasionó. Es la época de “Les Demoiselles d’ Avignon” (1907) una de las obras pictóricas fundamentales y de mayor influencia del siglo XX. En ese cuadro misterioso y singular Picasso conjuga su interés por el arte africano y el de las antiguas culturas ibéricas. Es en la época del cubismo analítico  cuando irrumpen en la escena pictórica números, palabras, frases, imitaciones de superficies, tales como madera o mármol, papeles impresos de periódicos o partituras musicales. En este período las formas son planas  y  geometrizadas. De la representación mimética de los elementos se pasa a la incorporación de los elementos mismos. Éstos eran habitualmente pegados, encolados (pegamento es colle en francés),  de allí la denominación  “collage”.  El cubismo fue una innovación inmensa en la representación  artística posterior al siglo XIX. Un cambio radical de paradigma.

A estos dos intrépidos pioneros los siguen muy de cerca otros artistas coetáneos, de la escuela francesa, que practicantes  o no del cubismo, adoptaron asidua – u ocasionalmente – el collage: Gris, Laurens, Léger, Macoussis, Ozenfant, La Fresnaye, Gleizes, Blanchard, Diego Rivera, Le Corbusier,  Sonia y Robert Delaunay, Picabia, Duchamp, Jan (Hans) Arp,  Sophie Tauber-Arp (franco-alemanes ambos) y más cerca nuestro, Jean Dubuffet, notable collagiste. Piet Mondrian participó del cubismo analítico entre 1911 y 14, antes de derivar en la abstracción geométrica y fundar, conjuntamente con su compatriota Van Doesburg,  el grupo De Stijl. Hubo practicantes del collage en el siglo XVIII y antes. En el siglo XII los calígrafos japoneses manejaban ya la técnica con destreza. (Sabemos que el papel fue un invento de oriente).  Un lugar muy destacado entre los artistas que “dibujaban con tijeras,” lo ocupa Henri Matisse cuyos decoupages, cut – outs,  (figuras recortadas), constituyen uno de los conjuntos artísticos más extraordinarios de nuestra época. Matisse (1869 -1954) ya había incursionado en el collage, en obras aisladas, desde los años veinte. En el último decenio de su vida, con problemas de salud y  movilidad restringida,  encara este conjunto de obras, inspiradas por la música, y el ambiente del teatro y del music hall.  Matisse amaba la música y era un violinista aficionado. El de  Jazz es  un caso excepcional de correspondencia, o analogía, entre dos expresiones artísticas: una visual, la otra musical, un ejemplo puntual de sinestesia, con percepciones entrecruzadas. Sus formas voluptuosas  y  colores vibrantes  conjugan ambas sensaciones. Luxe, Calme et Volupté había titulado Matisse un óleo suyo de 1904, tomando el nombre de un poema de Baudelaire. El libro Jazz, publicado en 1947, recoge 20 trabajos  de una serie más amplia. Su título fue sugerido por Tériade, el gran editor de libros de artista y refleja el ritmo y la libertad improvisatoria de este género musical. Provisionalmente el volumen iba a llamarse El Circo, ámbito que inspiró a muchos artistas parisinos de las primeras décadas del siglo XX.

El collage tiene técnicas afines que parten de él: el montaje, el ensamblaje, el fotomontaje, y hasta el montaje literario o musical. La mayoría de los movimientos del siglo XX aplicaron sus posibilidades innovativas. Los surrealistas (término acuñado por Guillaume Appolinaire en 1917 y sostenido por André Breton, líder indiscutido del grupo.) se sirvieron del collage en sus manifestaciones plásticas y literarias. El surrealismo no constituye un movimiento homogéneo y carece de una prédica estética común, existen sí, intereses compartidos: el mundo onírico, el acceso al inconsciente, el automatismo – la supresión de elecciones racionales en la ejecución de la obra- . Pero cada artista los aplica a su manera. Las posibilidades del medio les convenía a la perfección. Hay en  el collage mucho de fortuito, caprichoso; también ambiguo, alusivo y provocador. La nómina surrealista  es extensa: muchos pintores y poetas adhirieron al grupo o se los vincula a él: – ateniéndonos exclusivamente a la cultura francesa – entre los primeros sobresalen: Magritte, Miró, Dalí, Ernst, Masson, Tanguy, Duchamp… Entre los segundos destacan  los poetas: Breton, Eluard, Aragon, Péret, Soupault, Desnos, Jacob, Artaud, Crevel, Queneau, Jouve, Ponge . Sobre ellos planea la figura tutelar de Guillaume Apollinaire, seudónimo de Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky (Roma, 1888 – Paris, 1918), notable poeta, novelista, autor de teatro, crítico y teórico de las vanguardias pictóricas y literarias de principios del siglo XX. Personalidad insoslayable en la cultura de nuestro tiempo.

Los futuristas italianos – y sus epígonos – fueron entusiastas  collagistas: Marinetti, Severini, De Chirico, Carrà, Balla, Boccioni, Sironi, Fontana, Burri, Prampolini, Baj, Manzoni, Rotella…

La cultura germana de vanguardia del principio de los años veinte la conformaron principalmente ciudadanos suizos y alemanes. Muchos se agruparon bajo el extraño nombre Dadá, cuyo origen y etimología está todavía en discusión. Su sede, punto de reunión de sus integrantes, fue el Cabaret Voltaire  (club nocturno, bar, sala de fiestas, espacio teatral, galería de arte) en Zurich, en torno a 1916. Los dadaístas constituyeron un conjunto variopinto, heterogéneo y contestatario, cuyos métodos fueron adoptados por varios movimientos culturales posteriores. Entre los alemanes cabe destacar en primer lugar a Kurt Schwitters, uno de los grandes artistas del siglo XX. Sus collages y ensamblajes están compuestos mayormente por trozos de papel o madera recogidos al azar e integrados a sus obras, lo cual les confiere (idea fundamental de la modernidad) categoría artística.

Otros grandes artistas alemanes practicaron eficazmente el collage. Algunos, como, la extraordinaria Hanna Höch, quien junto a su compañeros dadaístas, John Heartfield  y Raoul Housmann, fueron precursores del fotomontaje y  activos participantes – a través de sus obras – del compromiso político y social que marcaron ese período  turbulento de la Alemania de entreguerras. Otros artistas  que comulgaron con Dadá: Picabia, Ernst, Duchamp, Man Ray, Hugo Ball, Hans Richter, Hans Arp, Sophie Tauber-Arp, Marcel Janco, Georges Ribemont – Dessaignes, Hans Bellmer, Georges Hugnet, Elsa von Freytag -Loringhoven, Christian Schadt… Muchos de ellos también formaron parte de  otras corrientes artísticas de la época. El gran animador del dadaísmo fue Tristán Tzara, poeta vanguardista rumano (Monesti  1896 – Paris- 1963)  afincado en Zurich, cuna del movimiento. Los dadaístas constituyeron una de las agrupaciones artísticas más influyentes y controvertidas de la edad moderna. Fueron  esencialmente rebeldes, combativos y negacionistas.

Predicaban una ruptura con la tradición, la historia, los movimientos sociales y políticos precedentes. Propugnaban la libertad individual, las conductas espontáneas, el cuestionamiento sistemático a los principios humanistas éticos y artísticos.

La vanguardia rusa tuvo miembros destacados que utilizaron el collage brillantemente: Kazimir Malevich (1879-1935) creador del suprematismo, uno de los movimientos estéticos más influyentes del siglo XX, incorporó en la vertiente  geométrica y abstracta de  sus telas y dibujos papeles pegados, recortes de periódicos, trozos de tela y madera, muy en consonancia con el cubismo histórico. Otros artistas rusos de la época realizaron, tras sus pasos, obras descollantes, algunas monumentales, como el singular Monumento a la  Tercera Internacional un proyecto  utópico de Vladimir   Tatlin, de principio de los años veinte, que nunca fue  construido (solo se vieron sus planos y maquetes) de gran influencia simbólica, ideológica y práctica sobre el arte y la arquitectura  de la época.

Alexander Rodchenko (1891-1956) fue fotógrafo de genio, pintor, artista gráfico, afichista notable que conjuntamente con su mujer, Varvara Stepanova (1894-1958) refinada diseñadora textil y vestuarista teatral participaron  del grupo constructivista de los años veinte, muy influido por la obra  de Tatlin. El estilo de Rodchenko   era austero, sobrio, a menudo de manifiesto contenido político.

Hay muchas escuelas y artistas del siglo XX que se sirvieron de los principios cubistas y del uso del collage.

Muchos son los artistas herederos de estos movimientos que muy someramente hemos recorrido. Es imposible soslayar algunos que desde la influyente Bauhaus hasta el arte minimalista, las instalaciones, el arte lumínico, la abstracción geométrica, el op art, han ocupado un segmento relevante dentro del arte contemporáneo.

En la Bauhaus enseñaron Moholy-Nagy, Kandinsky, Klee, Albers. Schlemer, Bill.  Todos ellos practicaron el collage y sus variantes.  El objeto – ya sea material o representado – se erige en cierto modo como un ícono fetiche de la edad moderna. El pop-art supo muy bien explorar este protagonismo.

En América del Sur muchos fueron los artistas que practicaron el collage. Para remitirnos solamente al Rio de la Plata: tres casos “históricos”: Torres García (1874 – 1949), Pettoruti (1892-1971),  Berni, (1905-1981), Batlle Planas (1911-1966).

El pop-art nace con doble residencia: el Reino Unido y los Estados Unidos. Se considera a Eduardo Paolozzi, (Leith, ciudad portuaria cercana a Edimburgo, 1914 – Londres 2005) el primer artista pop. Su collage de 1947 I Was A Rich’s Man’s Plaything  muestra la imagen de una pistola apuntando a una pinup sentada sobre un anuncio de Coca Cola. Del cañón del arma brota la palabra “pop”.  Paolozzi   fue  escultor, collagista, dibujante, pintor, diseñador textil, un creador prolífico, irreverente y tenaz. Dos collagistas de nota de la escena británica fueron Richard Hamilton y Peter Blake. El primero es el autor de una  obra célebre y temprana (1956) del pop inglés:  el collage  Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing.

Blake ( Dartford, 1932) Es un dibujante, pintor y celebrado collagista. Su famoso collage para la cubierta  del álbum de Los Beatles Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) le acarreó una gran popularidad.

En los Estados Unidos grandes artistas hicieron obras importantes dentro del collage y del ensamblaje. Muchos de ellos estaban adscriptos a los movimientos artísticos imperantes. Entre los artistas pertenecientes al expresionismo abstracto encontramos figuras sobresalientes que utilizaron el collage. Robert Rauchenberg (1925 – 2008) y Robert Motherwell (1915 -1991-), fueron magistrales collagistas ,de estilos muy divergentes.  Franz Kline (1910 – 19620, y en menor medida Willem de Kooning (1924-1997) y Jackson Pollock (1912 -1956)  -considerados artistas “gestuales” o action painters – emplearon la técnica. También Lee Krasner (1908 – 1984),  Hans Hofmann, (1880 – 1966) , Elaine de Kooning (1918 – 1989), Helen Frankenthaler(1904- 2011) ,  Clyfford Still ( 1904 – 1980), Philip Guston (1913 – 1980), en sus comienzos, Ad Reinhardt (1913 – 1967), Barnett Newman (1905 – 1970), Conrad Marca-Relli (1913 – 2000). Frank Stella (1936), Jasper Jones (1930),  ambos grandes artistas del collage,  nunca adhirieron plenamente a una corriente, el segundo tiene rasgos que lo acercan al pop-art. Otros artistas cercanos al pop que han incursionado exitosamente en el collage: Roy Lichtenstein (1923 – 1997), Jim Dine (1935), Larry Rivers (1923 -2002), Andy Warhol (1928 – 1987), Alex Katz (1927), Robert Indiana (1928 – 2018), Tom Wesselmann (1931 -2004), George Segal (1924 – 2000), Salvatore Scarpitta (1919 – 2007). Isamu Noguchi, gran escultor, hizo bellos collages, Sol LeWitt, artista minimalista – conceptual, que suele realizar obras de gran formato, ha realizado pequeños collages. Dorothea Rockbourne (1932), ejecutó collages dentro de su estilo minimalista y despojado. Agnes Martin (1912 – 2004, con arte igualmente sobrio y poético, también realizó bellos collages. Chuck Close (1940-2001) pintor y  fotógrafo realizó collages fotográficos realistas de gran escala sumamente originales. Louise Nevelson (1899-1988), fue una escultora, autora de ensamblages de madera y bajorrelieves muy distintivos. Pintó sus obras monocromáticas invariablemente  de negro.

Sin dudas, uno de los grandes practicantes del collage – mejor dicho, del ensamblaje, onírico, poético, de espíritu  surrealista de nuestra época fue Joseph Cornell (1903 – 1972). Sus cajas, pobladas de elementos dispares, caprichosamente agrupados (fotos, dibujos, recortes de revistas y periódicos, muñecas, postales, piedras, trozos de vidrio, copas de cristal, heterogéneos y extrañamente afines, vinculados por un aura poética que los aproxima, más allá de su materialidad. Esas construcciones seductoras y misteriosas han cautivado a un sinfín de personas desde que su autor – un hombre tímido e infeliz, que  admiraba a las mujeres en secreto y se enamoraba a distancia de las estrellas de cine  –  enseñó su obra públicamente  por primera  vez  en 1932  en la  Galería Levy de Nueva York.  Cornell fue igualmente un cineasta amateur, pero esa faceta menos conocida de su obra tuvo escasa difusión y poco reconocimiento.

En el panorama del arte español se destacan algunos artistas que practicaron esta técnica asiduamente. Dos de ellos, Gerardo Rueda y Gustavo Torner, realizaron collages sobre papel y materiales diversos con muy buena fortuna crítica. Ambos formaban parte de lo que se conoce como “Grupo de Cuenca” . El tercer miembro de este grupo fue el artista hispano-filipino Fernando Zóbel (1924 – 19884) quien no realizó collages, pero escribió con inteligencia y agudeza sobre los de sus colegas. Los tres fueron responsables de la creación del Museo de arte abstracto español, ubicado en una de las célebres “casas colgadas” de Cuenca que posee un importante acerbo artístico del arte peninsular de los años cincuenta-sesenta   Se trata de un lugar de gran belleza y originalidad que, desde 1981 es gestionado eficientemente, por la Fundación Juan March. Del influyente Grupo El Paso -fundado en Madrid en 1957 – algunos de sus miembros practicaron el collage con destreza. Manuel Rivera (1927-1995) se caracterizó por una obra original que empleaba capas superpuestas de tela metálica donde el material y la luz eran protagonistas. Antonio Saura, al borde del expresionismo, realizó muchos collages. La obra de Millares, fuerte y muy original, con su  empleo de la arpillera y la pintura generalmente negra y espesa, con algunos toques espaciados de pintura blanca y roja es prácticamente un collage, un gran collage toda ella.  Esteban Vicente residente la mayor parte de su vida  en los EE.UU, tuvo una fuerte impronta del expresionismo abstracto e incorporó en muchos de sus óleos collages de gran lirismo y color. Pablo Palazuelo (1915-2007) fue un artista muy próximo de la abstracción geométrica  que realizó obras sobre papel – gouaches, collages – muy refinados. Los dos grandes escultores españoles de su época – Jorge de Oteiza (1908-20030  y Eduardo Chillida (1924-2002) ambos de origen vasco tuvieron una profusa obra sobre papel. Los  collages de Chillida, llamados “Gravitaciones” realizados en su mayoría sobre papeles artesanales de gran gramaje y relieve,  a los cuales  su autor rehusaba darles el nombre de “collages”, ya que tenía una gran aversión al uso del pegamento, son muy originales y celebrados. Sus formas recortadas y dibujadas con tinta negra están cosidas entre ellas y penden de unas cuerdas muy delgadas que las sostienen. Son obras arquitectónicas que juegan, como las  esculturas, con los conceptos de vacío y plenitud. Verdaderamente “gravitan”, flotan desafiando la ley de gravedad.